El sistema eléctrico protagoniza nuestras emociones, pero es el combustible fósil el que tiene el mando y no cede un milímetro
En España, como en casi todos los países, el sistema energético que soporta el funcionamiento tanto de la vida en el campo y en las ciudades, como la producción, es básicamente de origen fósil. Tres cuartas partes del sistema utilizan directamente petróleo, gas y carbón para quemarlo en motores de combustión o en otro tipo de artilugios que generan calor. Menos de la cuarta parte del sistema energético está electrificado (22,2%). Es decir, la supuesta sobredosis de renovables del lunes 28 de abril, en el caso de que la hubiera habido, solo afecta a una parte menor del sistema. El sistema energético se basa (70%) en los productos derivados del petróleo y el gas natural para usos no eléctricos. Las afirmaciones de estos días sobre el exceso de renovables suenan a oportunismo de los intereses vinculados al sistema tecno-fósil, múltiples y poderosos, que se resisten a perder su posición en el sistema energético. Es complicado lograr una rápida y efectiva reconversión del sistema energético para adaptarlo a las exigencias de mitigación del cambio climático y a las vulnerables dependencias del mercado internacional de hidrocarburos. Es complicado técnicamente y lo es más por los conflictos de intereses a los que da lugar.
Para alimentar todos nuestros sofisticados procesos de producción, intercambio y consumo de mercancías e información, para la prestación de servicios a personas y empresas y para el desplazamiento de personas, quemamos unas sustancias valiosísimas (hidrocarburos) de forma irresponsable, no solo por el incremento de gases en la atmósfera, sino por el coste de oportunidad de estas sustancias.
El petróleo crudo es una mezcla compleja de hidrocarburos que, tras ser refinado y separado en compuestos mediante fraccionamiento, se convierte en una gran variedad de productos esenciales para nuestra vida diaria e industria. Además de la obtención de combustibles: gasolina, diésel, queroseno, GLP, propano y butano, del petróleo se obtienen materiales muy valiosos en una larga lista en diversos sectores: plásticos, fibras y cauchos sintéticos, fertilizantes, pesticidas, herbicidas y fungicidas, detergentes y jabones, disolventes para pinturas, recubrimientos e impermeabilizantes, cosméticos y productos de cuidado personal, productos farmacéuticos, además de asfalto, lubricantes y grasas, ceras de parafina, hidrógeno y alquitrán. Se estima que los usos no energéticos suponen el 27% del petróleo. En un escenario irrenunciable de reducción drástica de combustibles fósiles sería preciso impulsar investigaciones para poder obtener las numerosas sustancias valiosas sin los procesos de refino del petróleo orientados a la obtención de combustible, como puede ser el caso del proceso de craqueo catalítico avanzado.
El gas natural, por su parte, es una mezcla de hidrocarburos gaseosos donde predomina el metano. Su principal uso actual es la combustión para usos energéticos, pero también tiene otros usos no energéticos valiosos entre los que destaca la producción de ácido nítrico (método Haber-Bosch), materia prima básica de la producción de fertilizantes (nitratos).
Desde hace años buena parte del mundo, con Europa en posición destacada, ha asumido la necesidad de reducir de forma significativa la combustión de fósiles. Sin embargo, en España las buenas cifras en implantación de renovables para generación de electricidad no han tenido efecto en la reducción del consumo de combustibles fósiles. En el transporte se constata que tanto el consumo de gasóleo (+0,7%) como el de gasolina (+7,5%) han aumentado en 2024 respecto a 2023. La introducción de medidas de reducción del consumo de fósiles en edificios va muy lenta y las industrias ralentizan su reconversión a sistemas electrificados. Conclusión: tanto el consumo de derivados del petróleo como de gas persisten en su uso, incluso con ligeros crecimientos. En el gas, el consumo ha subido un 1,8% en la media de los últimos cinco años respecto a los cinco anteriores. En derivados del petróleo, el incremento de consumo en el último año (2023-2024) ha sido del 4%.
En conjunto, la dependencia de la Unión Europea de las importaciones fósiles se incrementó en las décadas de cambio de siglo en más de veinte puntos, desde el 53% que se registró en 1990 hasta el 73% de 2015. En la última década la situación en España no ha cambiado de forma significativa, seguimos en situación de dependencia y vulnerabilidad. La dependencia energética del exterior de España en 2023 ha estado muy cercana al 70%. Nuestro problema no es el exceso de renovables, sino la persistencia del consumo de fósiles.
Ya que en España hemos iniciado un masivo máster en sistemas energéticos a partir del 28 de abril de 2025 y que las discusiones sobre inercia y frecuencia eléctricas alcanzan dimensiones inimaginables en toda clase de lugares y foros, deberíamos incorporar otra asignatura de este máster relativa a los combustibles fósiles. Veamos cómo está el nivel de conocimientos.
¿Saben ustedes qué parte de la renta que generamos en España tenemos que dedicar a la compra anual de combustibles fósiles a Brasil, Estados Unidos, Argelia, Qatar, etc..? 65.000 millones de €, cerca del 5% de la renta generada en el país.
¿Saben ustedes cuál es el coste de la energía por kilómetro en un vehículo ligero en derivado del petróleo? Gasolina 12,2€/100km; gasoil 8,9€/100km ¿Y el coste en un vehículo eléctrico? Electricidad 4,0€/100km.
El próximo día de este máster imaginario veremos los costes comparados de la climatización de edificios utilizando combustible fósil y electricidad y la diferencia de costes en los procesos electrificables de la industria.
Por cierto, hasta el momento no hay ninguna evidencia de que el exceso de renovables haya sido el causante del apagón, tampoco de que la gran inercia y rigidez de las nucleares esté involucrada. Por el contrario, sí tenemos evidencias de que los combustibles fósiles nos empobrecen, nos hacen dependientes y vulnerables, contaminan la atmósfera y aceleran el cambio climático.
Juan Requejo, socio de Oikia, es economista, geógrafo y consultor en materia de planificación económica, territorial, ambiental y energética, con amplia experiencia en la dirección de planes de ordenación del territorio. Podéis consultar el articulo en catalán en nuestro apartado de "activitat".